Amigos y seguidores de Tierra Salvaje, hoy no les traigo la crónica de un león cazando en la sabana ni el majestuoso vuelo de un cóndor. Hoy les traigo una historia de supervivencia, de malas decisiones y de la cadena alimenticia en su versión más... cubana. La noticia del día: un tiburón martillo eligió el peor lugar del Caribe para hacer turismo de costa.
El escenario: la idílica playa de Caletón, en la Ciénaga de Zapata. El sol brillaba, el agua estaba cristalina, y un joven e ingenuo tiburón martillo, probablemente en su año sabático buscando inspiración para su novela, decidió que sería una buena idea explorar las aguas poco profundas. "¡Qué gente tan amable y sonriente!", debió pensar nuestro amigo con cabeza de herramienta.
Error. Craso error.
En cualquier otra parte del mundo, la aparición de un tiburón cerca de la orilla hubiese provocado gritos, pánico, gente corriendo y un socorrista soplando un silbato con cara de héroe de película. En Caletón, Cuba, año 2025, la reacción fue ligeramente distinta.
En lugar de gritos de pánico, se escuchó un murmullo colectivo que podría traducirse como: "¡Mira esa minuta con aletas!".
Lo que siguió fue un despliegue de trabajo en equipo digno de una pyme (Pequeña y Mediana Empresa... de pesca improvisada). Varios valientes, con el abdomen más plano que tabla de planchar por la dieta de la "continuidad", no lo pensaron dos veces. Agarraron al confundido turista marino por la cola y, en un acto que desafía las leyes de la lógica y de Discovery Channel, lo arrastraron hacia la arena.
El tiburón, que seguramente había visto documentales donde él era el malo, no entendía nada. Sus últimos pensamientos debieron ser algo como: "Pero si en los folletos ponía 'destino seguro'... ¡Me estafaron! ¡Esto no venía en el paquete de viaje!".
Y aquí, amigos, es donde la comedia se vuelve tragedia (o viceversa, según el hambre que tengas). ¿Es triste por el animalito? Por supuesto. Un ejemplar de la fauna marina que termina sus días así es una lástima. Pero seamos sinceros: en un país donde un cartón de huevos es un artículo de lujo y la palabra "proteína" es un concepto casi mitológico, un tiburón que se te aparece en la orilla no es una amenaza, es una bendición. Es el delivery que no pediste, pero que te mandó el universo.
No estamos hablando de maldad, sino de necesidad. El pueblo cubano no se levantó hoy con ganas de cazar tiburones por deporte. Se levantó, como todos los días, con ganas de encontrar algo que poner en el caldero. Y hoy, el menú del día fue cortesía de un pez martillo con muy mal sentido de la orientación.
Así que, mientras algunos animalistas en el primer mundo se rasgan las vestiduras, en Caletón ya deben estar buscando el limón, el ajo y la receta de la abuela para el escabeche.
Moraleja: Querida fauna marina, si estás pensando en visitar Cuba, te recomendamos mantener una distancia prudencial de la costa. Las reseñas en TripAdvisor sobre la hospitalidad cubana pueden ser engañosas si eres comestible.
Descansa en paz, pequeño aventurero. Tu carne, probablemente, no lo hará.
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